El calcetín rojo
A.R.G
Pedro llevaba una hora
buscando su calcetín rojo, estaba atacadísimo, la casa familiar era un puro
caos, la familia iba llegando, aquello era un trasiego de personas y maletas,
era Noche Buena y entre toda esta marabunta se había perdido su querido
calcetín.
El concurso comenzaba a
las cinco de la tarde, así que después de una larga hora de búsqueda tiró la
toalla, y se le ocurrió teñir unos de los calcetines de deporte de su hijo
mayor, eran blancos, así que se puso manos a la obra, cogió remolacha de la
despensa poniéndola al fuego, cuando
empezó a calentar el agua metió el calcetín de su hijo, bajó las brasas para que no hirviera y al cabo de
media hora el calcetín lucia rojo, no como el suyo, pero hacia un bonito
contraste.
Lo colocó sobre la
chimenea para que se secara pronto, y mientras él decoraría el globo de gas de
donde penderían los dos calcetines,-
El globo ya estaba
preparado para su decoración y él tenía sobre la mesa todo lo necesario, así
comenzó los bonitos dibujos cósmicos de brillantes colores, se separó varias
veces de su gran globo, le gustó, estaba quedando divino era una autentica obra
de arte, con delicadeza terminó de darle los últimos retoques, poniéndolo a
buen recaudo mientras se secaba.
Tenía preparado lo que
iría en los calcetines, uno de ellos se partiríacon el globo cuando terminase
el concurso ya que se soltaban todos quedado iluminados durante unos cientos de
metros por un cañón de luz, era todo un espectáculo y acudían de toda la
comarca unos participando en el concurso y otros como meros espectadores.
Pedro estaba
emocionadísimo un año cuando era joven ganó el premio por aquel entonces era
una vuelta en globo, en los tiempos modernos es un viaje de siete días a Nueva
York, este año lo había preparado concienzudamente, pues al romperse un pierna
había tenido todo el tiempo del mundo, lo único que le fastidiaba era la
desigualdad de los calcetines, pero aun así estaba lleno de ilusión, parecía
primerizo, los nervios también empezaban a florar, el calcetín nuevo ya estaba
seco, ahora tocaba también su decoración ya que siempre se decoraba uno solo el
que subiría junto al globo.
Pedro había pensado muchas
veces en los globos, le daba pena que todo aquel trabajo terminase destruido al
alcanzar estos una altura considerable, pero este año era distinto había visto
en un reportaje que los globos que subían al espacio eran llevados a las ciudad
de los globos perdidos, esto le reconfortaba, y aunque pensaba que era un poco
de cuento, le gustaba imaginar esa ciudad con millones de globos variopintos, y
se dijo así mismo, ¡por qué no va a ser así!
A las cinco en punto
comenzó el gran concurso eran ciento un participantes, ricamente ataviados con
motivos navideños, y que decir de los
globos todos súper decorados los había magníficos, pero Pedro pensaba que el suyo
era el mejor, este año sentía algo, mientras toda su familia vitoreaba a Pedro
también sus amigos y algunos de los contrincantes, esto lleno a Pedro de
emoción.
El desfile duró una
hora y media, pues además de los globos con los calcetines desfilaban también
unas pequeñas carrozas con motivos navideños. A las seis y media pasó la última
carroza, y ato seguido todos los concursantes volvieron a sus puestos para
saber cuál era el ganador.
La plaza estaba
abarrotada, pero no se oía ni a una mosca, el silencio era total esperaban con
ansiedad la resolución del concurso y quién se llevaba este año el premio, ¡De
pronto! El jurado dio unas palmaditas en el micrófono y se dispuso abrir el
sobre con el nombre del ganador: Con voz armoniosa el juez dijo; El ganador
absoluto de este año ha sido con mucha diferencia de votos ¡Pedro Pelañas! La
plaza explotó en un puro jubilo, Pedro no se lo podía creer vinieron todos a
abrazarle y a darle la enhorabuena.
Ahora tocaba la última
parte lanzar al espació todos los globos, cada concursante poseía una pequeña
tijera para quitar primero el calcetín sin decorar, este contenía un vale que
se entregaba para un hogar del transeúnte, acto seguido se cortaban las cintas
que sujetaban los globos con los calcetín que se perdería en la inmensidad de
la noche, así se hizo y el cañón de luz los iluminó durante cinco minutos, de
verdad que era un espectáculo único.
Pedro aquella noche
soñó con su globo y su calcetín, pero los vio en el ciudad de los globos
perdidos y se sintió muy feliz.
Esta Noche Buena
siempre estaría en su memoria.
Fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario