jueves, 14 de febrero de 2013

El Marques de Santillana: Guerrero y Poeta España


 25 de Marzo de 1.458.


Don Iñigo López de Mendoza era hijo del almirante de Castilla Diego de Mendoza. Desde niño, su vida discurrió en la corte, primero en la de Castilla y más tarde en la de Aragón, corte a la que llegó como miembro del séquito de Fernando I. Íñigo estaba destinado por su origen y educación a ser un noble de su época, político y militar a la vez, pero su estancia en Barcelona, donde conoció  a grandes poetas catalanes y valencianos, como Jordi de Sant Jordi y Andreu Febrer, hizo que se despertara en él la afición a la literatura.
Sin embargo, esta afición no impidió que Íñigo López de Mendoza siguiera el camino militar que tenía trazado. Así se convirtió en un curioso personaje que destacaba tanto en el campo de las armas como en el político y el literario. Participó en las luchas internas castellanas de la primera mitad del siglo XV  ¬su importante intervención en la batalla de Olmedo le valió la concesión de los títulos de marqués de Santillana y conde del Real de Manzanares¬, dio abundantes pruebas de sus dotes políticas y halló tiempo, a pesar de su ajetreado vivir, para, para leer, escribir y formar una extensa biblioteca en su castillo de Guadalajara.
El marqués de Santillana, que es recordado sobre todo por su producción literaria, en la que destacan las diez célebres serranillas, es el primer representante del humanismo renacentista en España.
Este escritor, enemigo declarado de Alvaro de Luna, favorito de Juan II de Castilla, hizo cuanto pudo para acabar con la carrera de su rival. En realidad, sus maniobras contribuyeron decisivamente a la caída del favorito, a quien, no contento con atacarle en vida, insultó en sus versos después de muerto.
Al sentirse viejo y cansado, se retiró a su castillo de Guadalajara, donde le sobrevino la muerte el 25 de marzo de 1458.




Anduviste por la tierra poesía


Cristo de Limpias Cantabria





Anduviste por la tierra,
fuiste hombre y creador.
Tu predicaste el amor,
pero nadie te escuchó.
Te tacharon de rebelde,
y te persiguieron a muerte.
Tu sabias tu destino y 
aceptaste lo escrito.
Eras el hijo de Dios, y él
quien te envió.
Fuiste el cordero divino,
que por nosotros murió
                          A.R.G.

El Lucero Poesía


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                                                                  El Lucero


Mirando hacia el cielo,
descubrí un lucero, en lo
alto estaba, mas creí que
a mi me miraba.
Luego comprendí, que no
era a mí, a quien miraba,
si no a la tierra, que él desde
arriba contemplaba con
tristeza.
¿Que fin tendría esta esfera?.
Donde la guerra y el odio, era 
cada vez mayor, la miserias,
y enfermedades eran mas 
abundantes.
El miraba desde arriba , como
esperando el día, en que
odio cesara.
Comprendiendo los hombres
el error en que estaban
                             A.R.G.