domingo, 2 de diciembre de 2012

Ruta de Belenes por el Mundo

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Prehistoria en Cantabria España



Mano en negativo de la Cueva de El Castillo


Los primeros vestigios que denotan la presencia humana en Espa- ña se encuentran en Andalucía y tienen un millón de años, aunque en Cantabria, los restos más antiguos que se han descubierto tienen 100.000 años, dato llamativo teniendo en cuenta la cerca- nía del yacimiento de Atapuerca en Burgos con 800.000 años de antigüedad. Estos restos se encuentran en la Cueva de El Castilloen Puente Viesgo. Esa época debió ser templada, posibilitando el acceso del hombre a una zona que hasta entonces había estado cubierta por glaciares.
La orografía cavernosa de Cantabria propició, hace miles de años el asentamiento de grupos de hombres primitivos cuyo arte quedó expresado en las cuevas que habitaban y que aún hoy se conser- va perfectamente.

Las Cuevas de Altamira, cerca de Santillana del Mar, son el mejor de los conjuntos de arte rupestre conocidos, han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad y se las conoce como "la Capilla Sixtina del Arte Cuaterna- rio". Representan uno de los principales atractivos de Cantabria, pese a que la visita se hace previa solicitud con una lista de espera de más de tres años. No obstante, en verano se abrirá una reproducción de las cue- vas al público. No son la única expresión de arte prehistórico, pues exis- ten más pinturas de gran interés como las de RamalesPuente Viesgo,Riclones y Escobedo, por poner un ejemplo.
Collar de huesos en el Museo de Prehistoria
Bastón de mando de la cueva de El PendoProbablemente en el Paleolítico Inferior solo estaba poblada la franja costera y los valles más bajos, con una densidad de población muy baja que no ocasionaba problemas de competencia territorial. Debían formar grupos nómadas que ocupaban algunas cuevas y chozas de ramas o pieles. Ya en el Paleolítico Medio (entre 100.000 y 35.000 años a.C.) se produjo un enfriamiento climático, lo que condujo al hombre a la ocupación masiva de cuevas. En el caso de Cantabria se ocuparon en la costa y valles bajos, estando nuestra región aislada por los glaciares.

En el Paleolítico Superior (entre 35.000 y 10.000 años A.C.) son los últimos años de la glaciación y en Cantabria debió aumentar la densidad de población, ocupándose los valles medios. Se perfecciona el arte y se fabrican los conocidos bastones de mando. Dentro del Paleolítico Superior hay varios periodos. El Auriñaciense (35.000 - 20.000) destaca por la cueva de Morín, donde se encuentran los restos humanos más antiguos de Cantabria, el enterramiento del llamado "hombre de Morín". 


Podemos concluir que Cantabria es una región excepcionalmente rica en toda clase de vestigios prehistóricos, destacando especialmente las cuevas del Monte Castillo, en Puente Viesgo. Aún en la actualidad siguen apareciendo numerosas cuevas con restos del arte rupestre. Para un repaso detallado de todo esto, te recomendamos la sección decuevas.
 El Museo de Prehistoria y Arqueología de Santander alberga valiosas coleccio- nes de útiles del Paleolítico, como los bastones de mando Magdalienses encontrados en diversas cuevas.
Altamira: Obra maestra del arte rupestre Bisonte de Altamira Menhir de Sejos, Polaciones
Las glaciaciones concluyen por fin con el término del Pa- leolítico, en el periodo denominado Mesolítico. Con el cambio climático se extienden los bosques, desaparecen especies como el mamut y la línea de costa retrocede varios kilómetros hasta formar el litoral actual.

En este periodo hubo dos culturas: La Aziliense, de la que destacan los enterramientos con ajuar ( Cangas de Onís, Asturias ) y abundantes yacimietos en Cantabria ( valles del Miera y Aras ).
Magnífica colección Aziliense procedente del Piélago
Menhir cercano a la ermita de las Nieves, Guriezo
El Asturiense fue una cultura muy especializada en el marisqueo aunque también cazaba, por lo que se buscó asentamientos que tuvieran cerca la montaña y el mar. Cerca de Unquera, en Co- lombres ( Asturias ), hay un importante enterramiento Asturiense ( El Molino de Gasparín ).

El Neolítico se caracteriza por la aparición de las economías productoras ( agricultura y ganadería ), la piedra pulimentada, la cerámica y el trabajo del metal. En Cantabria, este proceso se retrasa mucho. El carácter funerario o ritual de el hombre de esta época se presenta en nuestra región con numerosos men- hires como los de Sejos, propios de las culturas megalíticas y diversos enterramientos en túmulos y cuevas.
La cultura Neolítica pastoril, una vez in- troducida, debió de convivir mucho tiempo con la cultura Mesolítica caza- dora, aunque poco a poco, se fueron incorporando los rasgos de la cultura Neolítica como la cerámica y los ritos de inhumación colectiva. Con la meta- lurgia llega la Edad de los Metales, también con retraso. Primero la Edad del Cobre, que en Cantabria se corresponde con el fenómeno del megalitismo y una serie de inhumaciones colectivas en cuevas como la de Aer ( Soba ), Los Hornucos ( Campoo de Suso ), La Peñona y La Castañera.
Vasijas con grabados de la Edad del Bronce del Aer
El caldero de Cabárceno
En la Edad del Bronce ( 1800 - 700 a.C. ) se fabrican armas y útiles con este material. No obstante el bronce escasea en Cantabria, lo que hace pensar que en este periodo se tuvieron relaciones comerciales con otras zonas.

Los restos encontrados son de hachas, puntas de flecha y lanza, pu- ñales, espadas y un magnífico caldero irlandés o británico ( 700 a.C. ) encontrado en las minas de Cabárceno. 
En este periodo la ganadería debía ser ya el principal recurso, mientras que la agricultura debió extenderse con menos profusión.
 Los enterramientos individuales con menor o mayor ajuar, parecen denotar un inicio de la estratificación social. También se inicia la ac- tividad minera.

El arte de este periodo es además del megali- tismo tardío, una serie de grabados esquemá- ticos en cuevas y rocas exteriores, destacando Ruanales y Berzosilla en Valderredible, Pico Jano en Vega de Liébana, Hoyo de la Gándara en Rionansa...
La espada de Entrambasaguas
También reseñar los grabados que aparecen en las estelas de Sejos ( Polaciones ), figuras de aspecto antropomorfo. Tras este periodo se inicia la Edad del Hierro que se prolongaría hasta la conquista romana y que coincide con la formación del pueblo cántabro como tal.

El imperio español Mas de Cantabria




El Fin de la Reconquista
En 1492 acaba el larguísimo proceso de la Reconquista y es descu- bierta América. En esta época perviven unas estructuras económicas y sociales muy similares a las medievales. En lo cultural corresponde a un periodo de esplendor conocido como el Renacimiento.

El grupo de reinos cristianos forjados en la Reconquista se unen bajo una misma corona con el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1469. Los reinos restantes son incorporados por las ar- mas, en 1492 el de Granada y en 1512 el de Navarra. Esto unido a la expansión marítima, le permitió a Carlos de Habsburgo ( nieto de los Reyes Católicos y futuro Carlos V ) convertirse en el hombre más pode- roso de la tierra.

Carlos V frecuentaría por unas u otras razones, tierras cántabras. Llegó a España atravesando Cantabria e hizo su último viaje desembarcando en Laredo, camino al monasterio de Yuste, su retiro último.
Carlos V
    
El levantamiento comunero contra Carlos V

Convento de San Luis en San Vicente de la Barquera
Carlos V llegó a España con 17 años, desconociendo la cultura y lengua del país y acompañado de un séquito de nobles flamencos. En este histórico via- je, en 1517 atravesó tierras cántabras.

Desembarcó en Tazones ( Asturias ) y pasó por Colombres y San Vicente de la Barquera, donde enfermó.
 Allí reposó en el convento de San Luis y le ofrecieron una corrida de toros en la ría. Continuó por Treceño, Cabuérniga, Los Tojos, el puerto de Palombera, Reinosa y Aguilar de Campoo hacia el interior de España.
Sus súbditos no querían un rey extranjero, por lo que hubo diversos levantamientos conocidos como la rebelión comunera. No obstante, en Cantabria no tuvo la repercusión del resto de España. La junta comunera de Avila nombró otros corregidores para las Villas de la Costa y Campoo que llamaron a la sublevación a estos territorios, aunque sin demasiado éxito.

En Liébana, el levantamiento comunero estuvo protagonizado por el caballero Orejón de la Lama que derrotó en el puente de Tama a las tropas de los Mendoza ( duques del Infantado ), mandadas por Toribio Alfonso de Mogrovejo. Con la derrota, se refugió en la torre de Potes que fue tomada al asalto por los comuneros. La victoria no duró mucho porque Orejón de la Lama fue apresado a traición y ejecutado en Ventanilla, cerca de Cervera de Pisuerga.
Torre del Infantado, Potes
Otra batalla se libró en la Merindad de Castilla Vieja, donde unos 10.000 hombres cercaron la fortaleza de los Velasco en Medina de Pomar, aunque la victoria final fue para los imperiales. La derrota en toda España de los comuneros consolidó el poder del rey y los grandes señores, y la entrada en una dinámi- ca de guerras europeas que condujo al país a la ruina en el siglo XVI.
     
Carlos V y las Villas de la Costa
Viaje de Carlos V en su retirada a Yuste
Los puertos de Cantabria, en particular Laredo y Santander, jugaron un importante papel en la política imperial de Carlos V y Felipe II, siendo puntos de embarque para sus viajes al Norte de Europa y sobre todo, base de flotas y armadas, lo que produjo un fuerte desarrollo de la construcción naval. Como curiosidad, los restos de la Ar- mada Invencible llegaron al puerto de Santander tras el desastre. A pesar de esto, las Cuatro Villas de la Costa atravesaron una profunda crisis en el siglo XVI, motiva- da por la competencia, los Consulados Marítimos, los incendios y pestes. Todo ello redujo considerablemente la población de las Cuatro Villas.

El 26 de septiembre de 1556, llegaba a Laredo, el Emperador Carlos V, acompañado de una escuadra de 56 buques, a bordo del "Espíritu Santo". Después de un reinado de 40 años, en los que España se había convertido en la máxima potencia mundial, Carlos V se dirige al último viaje de su azarosa vida, el cual le conduce a su retiro en el Monasterio de Yuste, en donde morirá el 21 de septiembre de 1558. En Laredo permanecería 6 días y el 5 de Octubre el cortejo real bajaba la empinada calle de San Marcial y cruzando la plaza, subieron la pequeña cuesta de la hoy Plaza Cachupín.

Siguió por detrás de la segunda casa de Vélez Cachupín, continuó hasta el Pelegrín o el Paso, las Casillas, la Pesquera, el Callejo, Peña San Vicente, Barrio La Serna, La Puerta, Colindres de Arriba, Limpias y Ampuero, dónde pernoctó el día 6.El día 7 lo emplearon para continuar por Lanestosa y el día 8 por Agüera. Al día siguiente Medina de Pomar, camino ya de Burgos. Este último viaje del Emperador remontando la cuenca del Asón, sigue el camino que unía la Villa de Laredo con la ciudad de Burgos, a través del puerto de Los Tornos, y supone la primera etapa del itinerario que le condujo hasta su retiro.

Más hiostoria de Cantabria España



Los pueblos prerromanos

En la Edad del Hierro, dos grandes pueblos habitaban la Península: Los íberos se extendían por el mediterráneo y Andalucía y se cree que eran de procedencia norteafricana o mediterránea. Comercia- ron con fenicios, griegos y cartaginenses. Tenían un nivel cultural avanzado y fundaron la misteriosa civilización de Tartessos. Los otros pueblos eran celtas, de procedencia centroeuropea y mezclados étnica y culturalmente con los habitantes autóctonos de la Península.
Los celtas ocupaban la parte del interior, norte y occidente de la Península Ibérica. Eran menos cultos y más belicosos que los íberos. La línea roja delimita los territorios que ocupaban estos antiguos pueblos, y la discontínua las actua- les provincias.

Tradicionalmente, los pueblos del norte han sido englobados en el grupo de los celtas, lo cual es obvio en el caso de galaicos y as- tures, pero no tanto en el caso cántabro.
Los pueblos prerromanos
   
Origen del pueblo cántabro
Estela Cántabra
Y es que la preservación de la lengua vasca hace pensar que la influencia de los celtas fue menor en el cantábrico oriental. Se especuló por ello que este lenguaje podía provenir de los íberos, con su correspondiente influencia en el pueblo cántabro. No obs- tante, la idea que prevalece y la más razonable hasta el momento, es que los cántabros serían el resultado de la fusión de los pueblos indígenas ( quizás íberos o ligures ) con los celtas hacia el siglo VIII a.C. 

Ocupaban el sector oriental de la cordillera cantábrica, desde el río Sella ( en Asturias ) hasta el Asón o Agüera. El territorio cántabro era sensiblemente mayor al actual, comprendiendo la Cantabria ac- tual excepto el sector más oriental, el Oriente de Asturias, Noroeste de León, la Montaña Palentina y Norte de Burgos.
Al Este del territorio cántabro se situaba el de los Autrigones, entre los ríos Asón y Nervión, la parte más oriental de la Cantabria actual ( valle del Agüera y Castro Urdiales ). El pueblo Cántabro como tal, es mencionado en la histo- ria desde el Siglo II a.C. cuando se escribió que el río Ebro nacía en el país de los cánta- bros. Se organizaba en poblados de tribus beli- cosas y casi salvajes. Las estelas gigantes que se han encontrado se han convertido en sím- bolos de la identidad cántabra.
Espada de Entrabasaguas, de la Edad del Bronce
   
Origen del nombre de "Cantabria"
Estela Cántabra
No hay una teoría segura acerca del origen etimológico del nombre de Cantabria, aunque parece probable que el término "cántabro" procede de la raíz "cant", frecuente en nombres celtas y que significa roca, y del sufijo "abr", utilizado en numerosas regiones celtas. De esto, se deduce que el término "cántabro" vendría a significar "pueblo que habita en las peñas" o "montañés".

También se pensó que provenía de cant-iber, designando a la gen- te que habitaba las "montañas del Ebro", o que el nombre proven- dría de alguna de sus ciudades que probablemente se llamara Can- tabriga, hipótesis descartadas hoy. En el siglo II a.C. los romanos ya identifican al pueblo cántabro como un pueblo diferenciado de los que habitaban el norte de España.

Tribus y Sociedad cántabra
Tribus y ciudades cántabras
Al lado, el mapa con los lí- mites de la antigua Canta- bria así como la ubicación aproximada de las tribus co- nocidas, basándonos en los escritos de los historiadores y geógrafos de la época, ta- les como Plinio, Mela, Estra- bón o Ptolomeo.

También aparecen algunas de las ciudades y puertos que se conocen de media- dos del siglo II d.C. Aunque se conocen otros, resultan complicados de ubicar.

Las tribus tenían lazos de afinidad étnica y cultural, pero sin aparente unidad política.
A pesar de esa falta de unidad, si que existió un jefe o caudillo impor- tante llamado Corocotta durante las guerras contra las tropas romanas que pudo unificar militarmente a las tribus cántabras para defender Can- tabria del Emperador Augusto. Existía una unidad menor que la tribu, el clan, formado por diversas familias con antepasados comunes, como el clan de los pembelos en la tribu de los orgenomescos. Ni siquiera la dominación romana pudo terminar del todo con este esquema de organi- zación social.

No hay certeza sobre su localización geográfica exacta, solo se sabe que estas tribus eran regidas por un jefe, apoyado de instituciones como un consejo de ancianos y que habitaban en castros, ciudadelas en lo alto de los montes preparadas para defenderse de una agresión exterior. Algunos castros conocidos son los de Amaya, Monte Cildá, Monte Bernorio, Celada-Marlantes, Castrillo del Haya, La Campana, Argüeso... Se sabe que algunos eran de dimensiones colosales, capaces de refu- giar a más de una tribu entera en tiempos de guerra.
Armas y objetos procedentes de Celada Marlantes
Concretamente del castro de Celada Marlantes es de donde más objetos se ha obtenido ( fíbulas, cerámicas, cuchillos... ) Actualmente se conservan en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Santander.

La densidad de población era indudablemente mayor en la zona sur ( Campoo y norte de Palencia, Burgos y León ), con un clima menos riguroso y relieves más suaves. No obstante, en los últimos años se han encontrado numerosos castros en el norte de Cantabria como La Garma ( Omoño, Ribamontán al Monte ), Castril Negro ( Peña Cabarga ), La Espina del Gallego ( Besaya-Pas ), Peña Sámano ( Castro Urdiales )...
La sociedad cántabra tenía una estructura matriarcal. La propiedad residía en la mujer, que cultivaba el campo, mientras que el hombre se dedicaba a la caza y la guerra. Su lenguaje nos es prácticamen- te desconocido. Se podría suponer que la lengua cántabra era del mismo grupo que la de los vascones, al menos en parte. Es proba- ble que los cántabros hablaran uno o varios dialectos celtas, en cualquier caso, para los romanos era de difícil pronunciación. 

Sobre su aspecto físico tampoco se puede precisar, parece que el cántabro ordinario era alto y fornido. La única descripción de un cántabro de la época nos llega a través del poeta Silo Itálico. En- tre los mercenarios de las tropas de Aníbal en las guerras púnicas, había un grupo militar cántabro.
Estela Cántabra
El miembro más destacado era Laro, de quién el poeta dice: "El cántabro Laro, aún desprovisto de dardos, seguía siendo temible por la naturaleza de sus miembros y su gran corpulencia".
  
Costumbres del pueblo cántabro
Estela de Barros
Vestían una túnica atada con un cinturón, además de un capote negro de lana, que les servía también de manta para dormir. Usaban una especie de sombreros o gorras y calzaban abarcas de cuero. Las mujeres llevaban vestidos con adornos de flores.

Dormían en el suelo, se bañaban con agua fría, comían una sola comida abundante y eran aficionados a juegos atléticos, milita- res y al baile. 
Sus conocimientos médicos eran muy limitados, sacaban a sus enfer- mos a los caminos por ver si los caminan- tes les proporcionaban un remedio.
Estela de Barros
Tampoco debían conocer la escritura. Los romanos quedaron sorprendidos por las bárbaras costumbres del pueblo cántabro y las achacaron a su carácter guerrero, lo incomunicado de sus tierras y el rigor del clima. Las leyes penales contemplaban el apedreamiento o despeñar al infractor por un roca y los ancianos, que no servían para la guerra, solían suicidarse. Otra costumbre que conocemos era la de la tribu de los concanos que bebía la sangre de los caballos.
      
Recursos y economía
Los cántabros se dedicaban a la recolección, la ganadería ( la carne de cabra era su base alimenticia ), la caza de jabalís, pesca, marisqueo y el pillaje de pueblos vecinos ( vacceos y turmódigos ). La agricultura no debía ser muy productiva.

Se sabe que navegaban en primitivas embarcaciones, como podemos comprobar en el Museo Marítimo
Ya en época pre- romana explotaron los recursos mineros, como el hierro y otros metales y la sal de Cabezón.
Recreación de primitivas embarcaciones cántabras
El Caldero de Cabárceno
También tuvieron relaciones comerciales con otros pueblos hispáni- cos, incluso a través del mar con las islas británicas, prueba de ello tenemos el "Caldero de Cabárceno". No tenían moneda, por lo que debían practicar el trueque.

En cualquier caso, su mayor proyección al exterior era como merce- narios, como veremos más adelante, pues se sabe que hubo guerreros cántabros en lugares tan dispares como las Galias o el Danubio. En ese sentido eran muy apreciadas sus cualidades como guerreros, tal y como podemos ver en la siguiente sección histórica.
   
Religión, dioses y ritos: Las Estelas Cántabras
Los cántabros practicaban cultos de tipo naturalista: veneraban a los montes, bosques, lagos, serpientes... Las representaciones solares de las numerosas estelas gigantes que se han encontrado, hacen suponer que también existiría el culto a un dios solar. Se han encontrado en Zurita de Piélagos, Barros y Lombera en Buelna y San Vicente de Toranzo. Se las considera de la Cantabria prerromana, aunque también pudieron haberse creado bajo dominio romano, puesto que también se conocen estelas dis- coideas con inscripciones latinas como la de Luriezo ( Cabezón de Liébana ). También se conoce el nombre de un dios, Erudinus, a quién se rendía culto desde la cima del Pico Dobra, en Torrelavega. Existía un dios-padre, asimilado más tarde al Júpiter romano. En Herrera de Camargo se descubrió una bella escultura de bronce que le rendía culto.
Ara cántabra
Cráneo y materiales cerámicos de la Edad del Bronce
También aparece un dios de la guerra cántabro que en el futuro sería asimilado al Marte latino al que se le ofrecían sacrificios de cabras, caballos y prisioneros. Parece estar confirmada la presen- cia de una diosa llamada Cantabria.

Se ha encontrado un ara votiva en el Danubio, hasta donde llega- ron los soldados cántabros con el ejército romano, dedicada a esta deidad. Esta diosa podía estar relacionada con algún tipo de culto a la luna.
 
También existe un indicio de culto a las "matres". 
En el monte Cildá apareció una ara dedicada a la diosa Mater Deva, conocida en el mundo céltico y relacionada con las aguas. El río Deva en Cantabria, permite establecer la relación con la diosa. Hemos sabido que los cántabros sa- crificaban a sus prisioneros en gran número y que las cuevas tenían gran impor- tancia para el pueblo cántabro, puesto que las utilizaban con fines funerarios.

Por una pequeña escultura de bronce encontrada en Castro Urdiales sobre un escarpado monte, deducimos que los cántabros de la costa veneraban a un dios del mar, asimilado posteriormente al Neptuno latino, aunque en este caso, el Neptuno cántabro se presenta como un joven imberbe que lleva un collar en forma de media luna.
 Aparecen otros atributos clásicos como el delfín en una mano y el tridente en la otra. Actualmente, se encuentra en el Museo de Prehistoria de Santander.
Neptuno cántabro
Estela de Zurita
En algunas lápidas aparecen animales como caballos o ciervos, porque al parecer, existía la creencia de que estos animales transportaban las almas de los difuntos al cielo. Sobre como enterraban a los muertos bien poco se sabe.

Parece que se practicaba la cremación con los difuntos, excepto con los que morían en el campo de batalla, que debían quedar yaciendo allí hasta que los buitres abrieran sus entrañas para transportar sus almas al cielo. Esta es una costumbre que ha quedado reflejada en una de las caras de la estela de Zurita.

Un poco de historia de Cantabria España



La repoblación del Reino Astur ( siglo VIII )
Tras la batalla de Covadonga, los musulmanes evacuaron Asturias, cuya capital fijó Pelayo en Cangas de Onís. A su muerte en el año 737 le sucedía su hijo Favila que moría devorado por un oso dos años después en Liébana. Accede entonces al trono el hijo del duque Pedro, Alfonso, que se convertiría en Alfonso I de Asturias cuyo reinado se prolongaría entre los años 739 y 757.
Reino de Asturias
El reino de Alfonso I comprendía Asturias, Asturias de Santi- llana ( zona occidental de Cantabria ), Liébana y Trasmiera.La Cantabria septentrional estaba en un principio bajo con- trol musulmán. En 18 años dejó un reino formado por gran parte de la cornisa cantábrica, protegido de los ataques musulmanes por una amplia extensión de terreno conocido como el "Desierto del Duero".

En sus campañas se hizo con numerosas ciudades de Gali- cia y del Duero: Lugo, Oporto, Braga, Salamanca, Zamora, Avila, Segovia, Astorga, León, Saldaña, Simancas, Osma, Clunia y las antiguas ciudades cántabras de Mave y Amaya. Todas ellas fueron arrasadas y Alfonso se trajo a los cristia- nos a su reino. La consecuencia fue el despoblamiento de la cuenca del Duero que quedó como un desierto estratégico que separaba los territorios del reino astur de los musulma- nes.

Los cristianos traidos por Alfonso repoblaron Primorias ( zona originaria del reino de Asturias en Cangas ), Liébana, Tras- miera, Sopuerta y Carranza ( valles vizcaínos, antigua Autri- gonia ) y Vardulias ( norte de Burgos ) a la que se comenzó a llamar Castilla.
Desfiladero de la Hermida, en Liébana
A partir de este momento desaparecería el nombre de Cantabria durante siglos, pasando a utilizarse los nombres de las comarcas: Liébana, Trasmiera, Asturias de Santillana, Campoo...
   

La pérdida de la identidad cántabra
Con la llegada a Cantabria de cristianos hispano-visigodos desde el sur para repoblar la región tiene lugar una profunda mezcla cultural que supone el fin del antiguo pueblo cántabro. El cambio afecta a todos los niveles desde los hábitos alimenticios a las costumbres religiosas, y la supresión de la jerar- quía tribal. Los modos de vida del pueblo cántabro, casi inalterados desde época prerromana se trans- forman con esta afluencia masiva de gente que reorganiza toda la zona en base a pautas culturales y socioeconómicas ajenas al pueblo indígena.
Iglesia de Santa María de Piasca
El cristianismo se extiende de forma definitiva, así como el uso del latín. En muchos casos, la religión cristiana asimiló los cultos pa- ganos, situando santuarios en lugares sagrados para los cánta- bros. Tampoco faltaron ocasiones en las que los paganos fueron condenados a la hoguera ( reinado de Ramiro I de Asturias, año 850 ).

La economía cambia radicalmente del pastoreo, caza, pesca, recolección y pillaje a la agricultura y ganadería a partir del siglo VIII. Se pueblan áreas en torno a las iglesias y monasterios, dado que no solo se pueblan núcleos anteriores sino que se crean muchos otros nuevos. Desaparecen los viejos clanes, sustituídos por la familia basada en el matrimonio cristiano.
Todos estos cambios no fueron fáciles y debieron producir tensiones, a finales del siglo VIII ( reinado de Aurelio, Mauregato... ), momento en el que parece hubo una revuelta de los cántabros autóctonos contra la monarquía asturiana.
   
Cantabria en el Reino Astur
El proceso de cambio fue más rápido en Liébana y Vardulias ( la primitiva Castilla ) por su cercanía a los núcleos importantes del reino astur, sus buenas condiciones climáticas para los cultivos y la gran afluencia de cristianos huídos de los musulmanes. As- turias de Santillana y Trasmiera se resistieron más a los cam- bios. Liébana fue siempre el territorio más dinámico dadas sus peculiares condiciones climáticas y la excepcional protección que proporcionan las montañas ante el peligro musulmán. En el siglo VIII existían al menos 20 monasterios ( Cosgaya, Tanarrio, Villena, Caldas, Turieno... ). En Liébana se empieza a asentar una estructura pseudo-feudal y parece haber un rector del territorio, el conde Alfonso de Liébana.  
Castillo defensivo "La bolera del moro", en Peñarrubia
Las Asturias de Santillana y Trasmiera están menos pobladas que Liébana y, al contrario que allí, la propiedad está repartida entre muchos pequeños propietarios. Se fundan menos monasterios y más tarde ( Asía en Aja de Soba, Puerto en Santoña, Yermo... ). En lo que se refiere a las cuencas del Nansa y Saja y los valles altos del Pas, Miera y Asón, quedaron prácticamente despoblados. Los valles de Polaciones y Soba se poblaron excepcionalmente por su particularidades climáticas favorables. Las comarcas de Campoo y Valderredible estaban más expuestas al ataque musulmán, así que no se repo- blaron hasta la primera mitad del siglo IX. 
   
Reconquista y Repoblación foramontana ( VIII - IX )
Monumento a los foramontanos en Mazcuerras
Alfonso I, con sus campañas militares expulsa a los musulmanes de la cuenca del Duero y se trae a los cristianos al reino astur, creando una franja estratégi- ca deshabitada, el "desierto del Duero". Sus sucesores no continuaron des- cendiendo, sino que se lanzaron a Este ( vasconia ) y Oeste ( Galicia ), dejan- do la zona del Duero despoblada casi un siglo. En tiempos de Alfonso II ( 791 - 842 ), el reino astur tiene su capital en Oviedo y se considera sucesor del visigodo.

El rey Ordoño I ( 850 - 866 ) toma la decisión de avanzar sobre el Duero y re- poblar las ciudades desiertas de Tuy, Astorga, León y la vieja ciudad cántabra de Amaya ( conquistada por Augusto, Leovigildo, Tarik y Alfonso I ). 
La eleva- da población al Norte de la cordillera motiva estos movimientos repobladores. En la primera mitad del siglo IX se desencadena un intenso flujo de emigrantes que salen de los valles del norte, ya sin miedo al ataque musulmán buscando el alto Ebro y la cuenca del Duero, con mayores posibilidades agrícolas. 
A estos repobladores del norte de Castilla y León se les conoce como foramontanos. También se denominó "Ruta de los foramontanos" a la que atravesaba Cabuérniga y Campoo de Suso. Fue utilizada por los famosos repobladores de Brañosera, población que obtuvo en el año 824 el que se considera fuero más antiguo de España. Al final del reinado de Alfonso III ( 866 - 910 ) la frontera cristiana ya estaba en el Duero. Su hijo, García trasladó la capital desde Oviedo a León, lo que suponía el fin del reino de Asturias y el nacimiento del reino de León.
    
El nacimiento de Castilla
Se llama Castilla, a finales del siglo VIII, a la antigua Vardulia, norte de Burgos, zona que tradicionalmente había pertenecido a Cantabria y Autrigonia. Los musulmanes llamaban a esa zona "Al-Qila" ( Castillo ) en referencia a las fortalezas que había al sur de la cordillera, de ahí su nombre. Para el reino asturiano, era un territorio lejano, por lo que tuvo  bastante autonomía.

En el año 860, el rey astur Ordoño I manda al conde Rodrigo re- poblar Amaya. Su hijo fundaría Burgos en el 884 y desde enton- ces Castilla no pararía de extender sus territorios. En el año 944 se concede la completa autonomía de Castilla del reino astur, quedando en manos del conde Fernán González, criado en Can- tabria ( Hoz de Marrón, Ampuero ). Aunque en principio Cantabria dependía del reino asturiano, posteriormente quedaría bajo el influjo de Castilla.
Otro hecho trascendente es el nacimiento del castellano en la región del Alto Ebro, territorio que perteneció historicamente a cántabros y autrigones. Se trataba de un latín vulgar hablado por cántabros, vascones y mozárabes que derivó en una lengua romance. Se extendería con la expansión del reino de Castilla y acabaría por desplazar al romance astur-leonés y aragonés.
Casa Palacio de la Vega, en Hoz de Marrón
   
Beato de Liébana
Santo Toribio de Liébana
En este siglo VIII, los numerosos refugiados que llegan a Canta- bria y Liébana en particular, introducen la cultura latina e hispa- no-visigoda. El cristianismo entra definitivamente y llega la reli- quia del "Lignum Crucis" ( considerada el mayor fragmento con- servado de la Cruz de Cristo ) desde Astorga. En este marco cultural tan diferente de la cantabria autóctona, vive Beato de Liébana, uno de los personajes más importantes de la época por su enfrentamiento con Elipando, arzobispo de Toledo y defensor del adopcionismo o sus "Comentarios al Apocalipsis", sin olvidar que fue el primero en proponer que el apóstol Santiago peregri- nó a España. Gracias a él Cantabria alcanzó protagonismo mun- dial. Para más información, consulta su biografía.