Don Quijote y Sancho Panza, caballero y escudero castellanos, nacidos de la pluma de Miguel de Cervantes.
Apenas unos meses despues de que fuera la primera parte del Quijote, en un desfile conmemorativo del nacimiento de Felipe II aparecían ya unos personajes disfrazados de don Quijote y de Sancho Panza.
Tal fue larápida popularidad de ambas figuras, a las que dificimente podían y pueden considerarse literarias, nacidas de la imaginación de un hombre, y no de la misma historia o leyenda: tan universales son ambas, tan humanas,tan atractiva. Caballero y escudero, caminando por tierras castellanas, luchando con falsos gigantes, gobernando ínsulas imaginarias o rompiedo lanzas por empresas inutiles, recorren los años, los lustros y los siglos sin perder un ápice de su universalidad. Todos los idiomas lo traducen, todos los lectores saben de sus aventuras, de su espiritu elevado, de su locura¬cordura, de sus angustias, de sus empresas, de sus correrias por una tierra que sistemáticamente los ensalza y luego escarnece.
El
refranero representa el bagaje cultural popular acumulado a través de los siglos. Tradicionalmente, el campesino ha recurrido a los
refranes
como manera de solventar las limitaciones culturales y lingüísticas,
típicas de épocas pasadas. Los dichos populares le permitían manifestar
su parecer y justificar su modo de obrar de forma rápida y sencilla;
pues conseguía resumir todo su pensamiento en una frase que sabiamente
lo expresaba mejor y más eficazmente. Sancho es reflejo literario de esa
costumbre, y a lo largo de la obra presentará multitud de dichos
populares que la ejemplificarán.
Don Quijote, por el contrario, hombre culto, se enredará muchas veces
en sus pensamientos, haciéndoselos incomprensibles a Sancho; quien, por
su parte, recurrirá a los refranes para compensar su ignorancia en
muchos temas. Algunos ejemplos son:
- Donde una puerta se cierra otra se abre
- No con quien naces, sino con quien paces
- De noche todos los gatos son pardos
- Ándeme yo caliente, ríase la gente
- Cuando a Roma fueres, haz como vieres
Don Quijote y Sancho Panza
A tantos refranes recurría Sancho, que Don Quijote terminó por decirle:
"
–No más refranes, Sancho, pues cualquiera de los que has dicho
basta para dar a entender tu pensamiento; y muchas veces te he
aconsejado que no seas tan pródigo en refranes y que te vayas a la mano
en decirlos; pero paréceme que es predicar en desierto, y "castígame mi
madre, y yo trómpogelas".
–Paréceme –respondió Sancho– que vuesa merced es como lo que
dicen: "Dijo la sartén a la caldera: Quítate allá ojinegra". Estáme
reprehendiendo que no diga yo refranes, y ensártalos vuesa merced de dos
en dos.
–Mira, Sancho –respondió don Quijote–: yo traigo los refranes a
propósito, y vienen cuando los digo como anillo en el dedo; pero
tráeslos tan por los cabellos, que los arrastras, y no los guías; y si
no me acuerdo mal, otra vez te he dicho que los refranes son sentencias
breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos
sabios; y el refrán que no viene a propósito, antes es disparate que
sentencia. Pero dejémonos desto, y, pues ya viene la noche, retirémonos
del camino real algún trecho, donde pasaremos esta noche, y Dios sabe lo
que será mañana."