lunes, 12 de noviembre de 2012

Juan Montejo El Viejo España




El retablo mayor, diseñado por Ventura Rodríguez y ejecutado por Juan Bautista Tammi y Andrés Verda, fue realizado entre 1765 y 1775 con mármol, jaspes y bronce. El relieve central de la Transfiguración, obra Jerónimo Prebosti en torno a 1773. En los intercolumnios se sitúan las imágenes de San IIdefonso (izquierda) y San Atilano (derecha), patronos de la ciudad y de la diócesis, respectivamente, esculpidas en Granada en 1771.
En la capilla mayor se hallan también el retablo de Nuestra Señora de la Majestad, tallado por Juan Falcote y primorosamente estofado por Juan de Durana y Alonso de Remesal el Joven a fines del siglo XVI. Su hornacina acoge una imagen de la Virgen con el Niño, labrada en piedra en torno a 1300 y estofada en el siglo XVI; es la Virgen de la Majestad o de la Calva, así denominada por su despejada frente. Y el retablo del Santo Cristo, tallado en 1546, con una imagen del Crucificado de la misma época.
Las rejas que cierran la capilla mayor y el coro forman uno de los conjuntos más extraordinarios de la rejería castellana del primer renacimiento. Su factura revela un tracista excepcional y ha sido atribuida al taller del célebre rejero fray Francisco de Salamanca, a quien se adscriben también los púlpitos, todo ello realizado en torno a 1500.
Son diversas las capillas que se añadieron circundando el edificio románico. En la nave el evangelio, la capilla de San Miguel o del Santísimo, la capilla de San Nicolás, y la capilla de San Pablo, la capilla de Santa Inés, donde se conservan la denominada Cruz de Carne, reliquia ofrecida por un ángel a un monje benedictino llamado Ruperto cuando suplicaba el cese de la Peste Negra, asegurándole que mientras fuese venerada en Zamora, la ciudad se vería libre de cualquier tipo de peste, y la talla del rey San Fernando, que realizó el escultor vallisoletano Alonso Fernández de Rozas en 1671, año en que el santo zamorano nacido en Valparaíso fue canonizado por el papa Clemente X.
A los pies de la nave central, la capilla de San IIdefonso, fundación del cardenal zamorano Juan de Mella, que alberga los grupos del Nacimiento y el Calvario, tallados por Juan de Montejo el Viejo a fines del siglo XVI, diversas pinturas murales y numerosos sepulcros, entre los que destaca el del maestrescuela Juan Romero. Para el altar de esta capilla Fernando Gallego pintó un retablo en la década de 1470, la obra más temprana de cuantas de él se conservan. Y en la nave de la epístola, la capilla de San Juan Evangelista, con el espléndido sepulcro mural del doctor Grado, labrado poco antes de su fallecimiento, acaecido en 1507, con una representación del árbol de Jesé; y la capilla de San Bernardo, en la que recibe culto la sobrecogedora imagen del Cristo de las Injurias, un Crucificado de mediados del siglo XVI que procede del desaparecido monasterio de San Jerónimo de esta ciudad.
La sillería del coro, situada en la nave central, fue realizada en madera de nogal por el taller de Juan de Bruselas entre 1 502 y 1 505. El programa iconográfico, de profunda carga teológica, contiene una espléndida síntesis de la historia de la salvación. La humanidad, que ha perdido el paraíso por su caída en el pecado (representado en las atrevidas escenas de las misericordias), es redimida por Cristo, el Mesías cuya venida fue anunciada por los personajes y las profecías del Antiguo Testamento (sillería baja); en él se fundamenta nuestra fe, cimentada sobre los apóstoles y fortalecida por el ejemplo de los santos (sillería alta).
La tabla del trascoro representa a Cristo Salvador del Mundo en su Gloria, entre los bienaventurados. Se trata de una obra pictórica relevante, del primer tercio del siglo XVI.
El claustro actual sustituye a otro medieval que fue destruido por un incendio en 1591. De proporciones y equilibrio admirables, fue diseñado por Juan del Ribero Rada en 1592, y en él trabajaron diversos maestros, entre los que se cuenta Hernando de Nates Naveda, que lo finalizó en 1612. A través d

Poemas de Manuel Machado Poeta Español


CASTILLA

El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
- el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo.Nadie responde... Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal, responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules, y en los ojos. lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
"Buen Cid, pasad. El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada!"
Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: "¡En marcha!"
El ciego sol, la sed y la fatiga...
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.


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DOLIENTES MADRIGALES

Por una de esas raras reflexiones
de la luz, que los físicos
explicarán llenando
de fórmulas un libro...,
Mirándome las manos
-como hacen los enfermos de continuo-,
veo la faceta de un diamante, en una
faceta del diamante de mi anillo,
reflejarse tu cara, mientas piensas
que divago o medito,
o sueño... He descubierto
por azar este medio tan sencillo
de verte y ver tu corazón, que es otro
diamante puro y limpio.
Cuando me muera, déjame
en el dedo este anillo.


Estoy muy mal... Sonrío
porque el desprecio del dolor me asiste,
porque aún miro lo bello en torno mío,
y... por lo triste que es el estar triste.
Pero ya la fontana
del sentimiento mana
tan lenta y sileciosa, que su canto,
sonoro otrora como risa, es llanto.


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RETRATO

Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed.
Unos ojos de hastío y una boca de sed...
Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe...
Calaveradas, amoríos... Nada grave,
Un poco de locura, un algo de poesía,
una gota del vino de la melancolía...
¿Vicios? Todos. Ninguno... Jugador, no lo he sido;
ni gozo lo ganado, ni siento lo perdido.
Bebo, por no negar mi tierra de Sevilla,
media docena de cañas de manzanilla.
Las mujeres... -sin ser un tenorio, ¡eso no!-,
tengo una que me quiere y otra a quien quiero yo.

Me acuso de no amar sino muy vagamente
una porción de cosas que encantan a la gente...
La agilidad, el tino, la gracia, la destreza,
más que la voluntad, la fuerza, la grandeza...
Mi elegancia es buscada, rebuscada. Prefiero,
a olor helénico y puro, lo "chic" y lo torero.
Un destello de sol y una risa oportuna
amo más que las languideces de la luna
Medio gitano y medio parisién -dice el vulgo-,
Con Montmartre y con la Macarena comulgo...
Y antes que un tal poeta, mi deseo primero
hubiera sido ser un buen banderillero.
Es tarde... Voy de prisa por la vida. Y mi risa
es alegre, aunque no niego que llevo prisa.


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Manuel Machado Poeta Español



ADELFOS

Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
-soy de la raza mora, vieja amiga del sol-,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el ama de nardo del árabe español.

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna...
De cuando en cuando un beso y un nombre de mujer.

En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos...
y la rosa simbólica de mi única pasión
es una flor que nace en tierras ignoradas
y que no tiene aroma, ni forma, ni color.

Besos, ¡pero no darlos! Gloria... ¡la que me deben!
¡Que todo como un aura se venga para mí!
Que las olas me traigan y las olas me lleven
y que jamás me obliguen el camino a elegir.

¡Ambición!, no la tengo. ¡Amor!, no lo he sentido.
No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud.
Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido
Ni el vicio me seduce, ni adoro la virtud.

De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo.
No se ganan, se heredan elegancia y blasón...
Pero el lema de casa, el mote del escudo,
es una nube vaga que eclipsa un vano sol.

Nada os pido. Ni os amo ni os odio. Con dejarme
lo que hago por vosotros hacer podéis por mí...
¡Que la vida se tome la pena de matarme,
ya que yo no me tomo la pena de vivir!...

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna.
¡El beso generoso que no he de devolver!
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VERANO

Frutales
cargados.
Dorados
trigales...

Cristales
ahumados.
Quemados
jarales...

Umbría
sequía,
solano...

Paleta
completa:
verano.

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OCASO

Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde... El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.

Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,


para mi amarga vida fatigada...
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar nada...!

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LA COPLA

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.
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LAS MUJERES DE ROMERO DE TORRES

Rico pan de esta carne morena, moldeada
en un aire caricia de suspiro y aroma...
Sirena encantadora y amante fascinada,
los cuellos enarcados, de sierpe o de paloma...

Vuestros nombres, de menta y de ilusión sabemos:
Carmen, Lola, Rosario... Evocación del goce,
Adela... Las Mujeres que todos conocemos,
que todos conocemos ¡y nadie las conoce!

Naranjos, limoneros, jardines, olivares,
lujuria de la tierra, divina y sensüal,
que vigila la augusta presencia del ciprés.

En este fondo, esencia de flores y cantares,
os fijó para siempre el pincel inmortal
de nuestro inenarrable Leonardo cordobés.

Pedro Berruguete Pintor Renacentista Español




              Obra y biografía de Pedro Berruguete
Considerada como un ejemplo de transición entre la corriente artística flamenca y la renacentista, la obra de Pedro Berruguete se convertirá en uno de los primeros y principales ejemplos castellanos del cambio que se estaba produciendo, a comienzos del s.XVI, en un país en el que los medievalismos deudores del gótico previo daban paso a nuevos modelos culturales.
Autoretrato de Pedro Berruguete
Formado en el estilo flamenco de la segunda mitad del s.XV, la introducción en sus composiciones de elementos renacentistas novedosos le va a situar en el papel de precursor pictórico de dicha tendencia en España, a pesar de que no abandonará nunca completamente el estilo aprendido durante su juventud.
Biografía de Pedro Berruguete
Al igual que sucederá con su hijo Alonso, la fecha de nacimiento de Pedro Berruguete no se conoce con exactitud, existiendo diversas teorías entre las cuales se encuentra la de aquéllos que la establecen en torno a 1440, en función de la llegada de su familia a la localidad donde vio la luz por primera vez, Paredes de Nava, y los años de nacimiento de sus antecesores. Sin embargo, en lo que sí coinciden todos los historiadores es en la cronología de mediados de s.XV para el establecimiento aproximado (con un abanico de error de una década) de la fecha de su alumbramiento.
En general, los datos biográficos relativos a Pedro Berruguete se hallan insertos en una neblina de hipótesis: así, se cree que su primer aprendizaje en el oficio artístico de pintor debió de realizarlo en su localidad natal de la mano de uno de los tantos maestros flamencos residentes en zona castellana (existen autores que adjudican a Joos van Wassenhove o Justo de Gante dicha tutoría).
Lo que sí es casi seguro es que su estancia en Italia se produjo hacia 1477, puesto que en este año existe documentada la presencia de un pintor llamado "Pietro Spagnolo" en la corte del duque de Urbino, históricamente identificado con Pedro Berruguete.
Será durante su estancia italiana cuando aprenda el manejo de la luz y el espacio empleados por artistas renacentistas y trabaje en la realización de diversos retratos para el "studiolo" o gabinete de Federico de Montefeltro (sin embargo esta teoría ha sido rechazada en ocasiones por estudiosos que le ubicarían preferentemente en Roma).
Hacia 1482-83 (a la muerte del duque de Urbino) se le puede situar de vuelta en España, donde desarrollará su trabajo en Castilla, pudiéndose apreciar en las obras de esta nueva etapa (principalmente retablos) un cierto influjo a la italiana inexistente con anterioridad, aunque permanecerá fiel a la base flamenca en la que se educó inicialmente durante toda su producción (tendencia que se verá acentuada en determinadas ocasiones debido a una necesidad de adecuación a los gustos de su clientela). De este fin del s.XV son magníficas muestras el retablo mayor de Paredes de Nava y el retablo del Convento de Santo Tomás, en Ávila. Es en esta ciudad igualmente donde Berruguete realizará su última obra (morirá en el año de 1503), inconclusa y terminada posteriormente por Juan de Borgoña: el retablo mayor de la Catedral.
Principales obras de Pedro Berruguete
A pesar de que serán las características propias del estilo gótico, rico y minucioso, las constituyentes de la base de la obra de Pedro Berruguete, la introducción en sus trabajos de arquitecturas eminentemente clásicas, así como su preocupación por la luz y el espacio, constituirán un puente de enlace de dicha corriente con el primer Renacimiento español. Muestras de este cambio son apreciables en obras como La Anunciación (Cartuja de Miraflores), en la que elementos italianos (empleo de la perspectiva y la luz) conviven con otros de tendencia flamenca (la tipología empleada, la minuciosidad...) Particularmente notable será su manera de resolver el tema de la profundidad, mediante el uso de distintos planos dentro de un mismo encuadre.
La importancia que Berruguete concederá a la composición de figuras y arquitecturas va a ser común en sus creaciones, junto con la alternancia de elementos de herencia flamenca, renacentista, e hispánica en determinados casos.
Así, desde un principio es posible encontrar en aquellas obras atribuidas a su periodo italiano una preocupación por los escenarios, la luz y la presencia de las figuras aunada a modos de representación flamenca (de perfil), caso delRetrato de Federico de Montefeltro y su hijo, hacia 1477, o, bien por el contrario, tipologías renacentistas (el retrato humanista) en las cuales la pericia de Berruguete como dibujante queda de sobra confirmada en la extraordinaria plasmación de detalles y personajes (como sucede en la serie de retratos realizada para el "studiolo" de Federico de Montefeltro, duque de Urbino).
Auto de Fe. Pedro Berruguete
Por último, cabe destacar dos de sus mejores obras como son elRetablo mayor de Paredes de Nava(aproximadamente 1480), del cual la representación del Rey David y el cuadroPretendientes de la Virgen son especialmente sobresalientes (en esta escena rezumante de cotidianeidad el tratamiento de la profundidad está resuelta de nuevo mediante el empleo de la perspectiva que el tratamiento del suelo confiere a la imagen y la superposición de planos), mereciendo una especial atención la calidad de telas y dorados conseguida, y el Retablo del Convento de Santo Tomás (Ávila, fines de la década de 1490). 

Famosísimo será el Auto de Fe procedente de dicha iglesia, en el cual realizará un ejercicio de humanización del drama por medio del tratamiento que aplica a rostros y actitudes. En este caso la descripción medieval de la escena se suma al sentido naturalista que impregna la obra, sin olvidar tampoco la tremenda complejidad de la misma conformada a partir de la presentación de diferentes ambientes.