domingo, 16 de septiembre de 2012

Cristo de los olvidados, poesía

 

Por los caminos del mundo,
yo voy buscando un amor,
pero no es un amor pasajero,
sino autentico y verdadero.
Y en una ermita muy vieja,
sobre una cruz de madera
clavado de pies y manos, tú me
miraste, con una mirada dulce,
Cristo de los olvidados.
Yacías en la penumbra y me
estabas esperando, encontré lo que
buscaba, porque era un solitario,
Tu mirada en mi se clavó, y se
calmó mi dolor, y tú me diste
tú mano, naciendo dentro de mi
un fuego dulce y sereno que
me acercó mucho a ti.
                                                                A.R.G.


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