Queridas amigas:
Cuando me levanto estáis ahí para confortarme
y hacerme sentir bien, da igual que tenga un mal despertar y descargue siempre
con vosotras, jamás me reprocháis nada.
Siempre me esperáis cuando regreso
a casa después de un duro trabajo, cuando llego muerta por el cansancio y el
agotamiento de la gran ciudad. Por eso os deseo desesperadamente. Os necesito
para calmar mis dolores. Vosotras os preocupáis
de mi bienestar proporcionándome
comodidad y descanso. En invierno, cuando los días son crudos pues el frío
aprieta y la lluvia y el viento azotan mi cara hasta hacerla enrojecer, cuando
anochece a eso de las seis y transitar por las calles se hace imposible vosotras
estáis ahí para darme todo el confort y satisfacción que necesito. Comparto con vosotras soledades, alegrías,
desatinos, fiestas… Estáis siempre en casa, nunca salís. Por eso os quiero y os
necesito, y vosotras los sabéis.
Sí queridas zapatillas. ¡Qué bien
me siento cuando mis doloridos pies entran en vosotras, tan suaves, tan
delicadas, tan calentitas!
Gracias por vuestro confort.
A.R.G.
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ResponderEliminarLas zapatillas forman parte de nuestra vida, ellas las más humildes, pero sim embargo, cuando el cansacionos invade las deseamos
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