EL DÍA QUE MI MADRE ME REGALÓ UN MARUMITO
Mañana
es mi cumpleaños, voy hacer nueve, ya me siento un tanto mayor, en casa era
todo un ajetreo, estaban decorando el jardín, con guirnaldas y globos de todos
los colores, una gran mesa hecha con tableros estaba ya instalada. Alrededor
del viejo árbol una gran lona verde cubriéndolo, no nos podemos acercar, pues
al parecer está tan viejo el pobre que se caen trozos de ramas, me da pena,
siempre había jugado en su entorno. Mis cuentos en verano los devoraba apoyada
en su gran tronco.
Le he pedido a mis padres que por qué no me
regalaban un marumito, -ya tienes uno hija- me contestaron-. Pero yo había
dibujado cientos de bocetos con el que realmente soñaba.
Tendrás regalos muy bonitos ya verás y no te importará no tener un nuevo
marumito, yo no pensaba lo mismo, pero bueno me tenía que resignar.
Por fin hoy es el gran día, mis amigos van llegando, así como mis
abuelos, que los veo de tarde en tarde porque viven fuera, y me hace mucha
ilusión tenerlos cerca, ya que me cuentan muchas historias, ellos fueron los
que me hicieron mi primer marumito, era muy bonito, pero ahora ya está viejo, y
además yo siempre quise uno como el de la princesa de mi cuento, ese sí que era
bonito, por eso le dibujé tantas veces
Fui abriendo los regalos, me trajeron de todo, un diario, un maletín de
oleos, ropa, colonias, alguna alhaja y así fui recibiendo todos los presentes
de mis amigos. Mis abuelos me regalaron un ordenador, pero... faltaba el de mi
madre yo la veía pululando por el jardín, pero no había visto que trajeran nada
¡qué raro! De pronto mis abuelos nos llamaron a todos los críos que nos
formáramos cerca del viejo árbol, los mayores ya estaban colocados en la otra
parte. Mis abuelos muy ceremoniosos dijeron: - Ahora vais a presenciar el
regalo de Marina la madre de Laura en el que durante meses hemos trabajado-.
Ésta maravilla es un regalo especial
para su hija. De pronto tiraron de una
cuerda y la gran lona verde cayó, Allí estaba el más bonito de los marumitos
que yo había visto jamás, colgando del árbol, el asiento era un auténtico trono
de princesa, Corrí emocionada, la abracé y me subí en mi marumito y empecé a
columpiarme, el aire me daba en la cara, y mi imaginación voló. En ese instante
desde las alturas los vi a todos con ricos trajes haciéndome una reverencia, yo era la
princesa, y El marumito mi trono.
A.R.G.
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