BIMBA y su amiga la flor de la amistad
Bimba es una perrita alegre y
dicharachera. Llegó a casa de Pepa siendo un bebé, ésta la tuvo que alimentar
con biberón hasta que empezó a comer por ella sola.
Llegó en el mes de septiembre, y
allá para la navidad, correteaba torpemente por la casa, Pepa vivía sola, así
que la llegada de Bimba la tenía muy ocupada y estaba feliz.
La tarde de Noche Buena, como
cada año a eso de las seis, llegaron sus vecinas que también vivían solas a
pasar la noche juntas, pues la casa de Pepa era la mas grande de las cuatro,
disfrutaron mucho con Bimba, la casa se llenó de una nueva experiencia, se
olvidaron de sus penas y añoranzas, de los que hacía tiempo se habían ido,
dejándolas solas con el recuerdo en su alma.
A las doce y media, se disponían
a salir para irse a casa, y ante su asombro, había caído una gran nevada, por
lo tanto, aunque sus casas estaban relativamente cerca, decidieron quedarse
allí, así al día siguiente no tendrían que volver de nuevo para comer. Bimba
asomó su hocico por la puerta entre abierta, y quedó maravillada de como estaba
el jardín, intentó salir a coger aquella especie de pelusa que caía por todas
parte, Maruja se dio cuenta de sus intenciones y agarrándola por el collar la
metió en casa.
Bimba era muy curiosa y quería
salir a toda consta a ver lo que caía en el jardín. Aquella noche no durmió
bien, la tenía obsesionada el espectáculo aquel en que todo se había tornado
blanco.
Por la mañana, la puerta de la
cocina estaba entreabierta, así que decidió salir, no sin temor, ¡de pronto sus
patas tocaron aquello blanco, y retrocedió!, ¡huy que frio está! Pero su
curiosidad, pudo más, así que lo volvió a intentar, al segundo estaba
encantada, revolcándose, y correteando sobre aquello tan blandito, aunque frío.
Estaba en esto cuando de pronto, oyó una vocecilla, miró y no vio nada, ya se
iba a marchar, cuando volvió a oír, ayúdame, me muero de frio, se giró, y allí
debajo del tejo, descubrió una flor roja, no había ninguna otra planta, así que
se acercó, y esta le dijo: -ayúdame, el viento me trajo de muy lejos, y no
estoy acostumbrada a estos fríos, Bimba la miró y durante un segundo pensó,
¿Cómo podría ayudarla?, de pronto se le ocurrió una idea, le llevaría su manta,
así que corrió a casa, y cogiéndola se la llevó, enroscándosela alrededor de su
tallo con sumo cuidado, al instante la pequeña flor se siento mejor.
Al día siguiente la nieve seguía
cayendo aunque con menos intensidad, la puerta de la cocina se abrió y Bimba
salió como una bala a ver como estaba su amiga, Pepa observó a través de los
cristales la actitud tan rara de Bimba, y decidió salir a mirar que era aquello
que la tenia tan inquieta, Bimba la vio venir y meneo alegra su cola, ella si
que la podría ayudar mejor, Pepa observó
aquella diminuta planta con su flor roja, y en el centro como una gota de agua, la mas pura y cristalina
que jamás había visto. Pronto comprendió que la planta necesitaba protección,
pues ella entendía mucho, pero jamás había vista una igual, también comprendió
al ver la manta de Bimba que esta quería ayudarla.
Pepa estuvo toda la mañana atareada, Bimba junto a su amiga
charlando, pues para su asombro podía hablar con ella, cosa que Papa no. La voz
de Pepa la saco de su ensimismamiento hacia la flor, a ella también le parecía
única, y así era, El viento del sur la había arrastrado durante cinco lustros,
depositándola, aquí y allá para luego volverla a llevar a otro lugar, no la
daba tiempo a echar raíces. Pero esta vez si, había caído su semilla junto al
viejo tejo, y este la había protegido, de esta manera sus raíces estaban
clavadas en la tierra, esta vez ya no se movería de aquí, además el grandullón
la protegía, pero con lo que no contaban era con la nieve, en este lugar nevaba
escasamente, hacía más de treinta años que no caía una cellisca de esta
magnitud.
A media tarde Pepa salió con un artilugio, y lo colocó sobre
la planta, era como una tienda de campaña, Bimba estaba encantada, y la flor le
dijo: ¡con esto ya no pasaré frio!, y cuando llegue la primavera mi tronco será
grueso, mis raíces estarán afianzadas y no me moveré de aquí, además el viejo
tejo me deja que se enrosquen en las suyas, Bimba cogió su mantita y se la llevó,
pero Pepa enseguida la cogió y la puso en la lavadora.
El tiempo transcurrió y a punto estaba de entrar la
primavera, los árboles tenían sus brotes verdes, y las flores del jardín
repuntaban, pronto todo sería una explosión de vida y color, Bimba seguía
charlando cada vez más con su amiga, le encantaban las historias que ella le
contaba, y por los lugares que había pasado y la multitud de insectos, aves,
flores, y pájaros que había podido conocer.
Una mañana de abril, Bimba se asustó mucho, Pepa estaba
tirada en la cocina, la lamió, ladró, pero nada, entonces muy asustada salió
donde su amiga y la dijo llena de temor, ¡No sé que le pasa a Pepa!, está
tirada, y tiene sangre en la frente, no me oye. Entonces su amiga la dijo: -colócate
debajo de mi, te echaré de mi agua sobre tu lomo, luego ve a casa, y sacúdete
mi rocío sobre ella, Bimba así lo hizo, y para su asombro Pepa se levantó como
si nada, y la sangre desapareció! Jesús! dijo Pepa esta mañana me encuentra más
ágil y bien que nunca.
La primavera lo vistió todo, cambiando el jardín por
completo, para Bimba volvía a ser otra experiencia, y además hablaba con todas
las plantas y árboles, cada día estaba más feliz, y Pepa y sus amigas también
disfrutaban de aquello, cosían un rato por la mañanas debajo del tejo, y a su
lado la bonita flor, que se había hecho grande, un día Bimba la preguntó ¿Cómo
te llamas?, pues tu sabes que yo me llamo Bimba, la flor la contestó: tengo un
nombre muy raro, que no sabrías pronunciar así que me llamarás la flor de la amistad,
pues eso lo que mantenemos Vosotras me ayudasteis en mis peores momentos, y ni
por un instante, Pepa pensó en cortarme, por eso la ayudé cuando lo necesito, y
así será siempre.
Bimba correteó alegre entre las flores, estás se reían con
sus gracietas había una perfecta armonía
en todo el jardín, Pepa seguía cuidando y mimando a todas sus flores por igual,
pero interiormente sentía algo especial por aquella flor, tan roja, con aquella
gota tan pura en su centro, se sentía muy bien de haberla sacado adelante en
aquel duro invierno.
Colorin Colorado este cuento ha acabado A.R.G.
ResponderEliminarEsta historia, se la he dedicado a una buena amiga que ya nos dejo. La prometi hacer un cuento sobre su perra, pero no lo llegó a leer